La palabra “Libertad” secuestrada por la Derecha

La palabra “Libertad” secuestrada por la Derecha
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Por Cachito Acosta

En la política actual, varios líderes de la derecha utilizan frecuentemente la palabra “libertad” en sus discursos. En Sudamérica, la palabra “libertad” se ha convertido en un pilar fundamental en los discursos de varios líderes políticos de la derecha. Esta tendencia responde a una estrategia cuidadosamente diseñada para conectar emocionalmente con el electorado y promover una agenda política específica.

¿Por qué la derecha se apropió de la más preciada palabra “Libertad” en sus proclamas?

La palabra “libertad” ha sido históricamente una de las más poderosas y evocadoras en el discurso político. Su adopción por parte de la derecha no es un fenómeno nuevo, sino una estrategia cuidadosamente cultivada que responde a diversas razones históricas, ideológicas y prácticas.

Desde la Revolución Francesa y la Ilustración, el concepto de libertad ha sido central en las luchas políticas. Originalmente, la derecha política, especialmente en el contexto europeo, se alineaba más con el conservadurismo y el mantenimiento del orden establecido. Sin embargo, con el tiempo, especialmente en el contexto del liberalismo clásico, la derecha comenzó a redefinir y adoptar el concepto de libertad como una herramienta contra el intervencionismo estatal y el socialismo.

Uno de los pilares fundamentales del discurso de la derecha es la libertad económica. La defensa del libre mercado, la propiedad privada y la mínima intervención del estado son presentadas como esenciales para garantizar la libertad individual. Esta interpretación de la libertad es contrastada con lo que perciben como un control excesivo y opresivo por parte del estado, típico en políticas de izquierda más intervencionistas.

Además de la libertad económica, la derecha también ha promovido la idea de libertad individual, entendida como la capacidad de los individuos para tomar decisiones sin interferencia del estado. Este enfoque resuena especialmente en contextos donde hay un rechazo a las regulaciones y políticas percibidas como restrictivas.

La apropiación del término “libertad” es también una estrategia comunicacional efectiva. En el imaginario colectivo, la libertad es un valor universalmente positivo, fácil de entender y emocionalmente poderoso. Asociarse con la libertad permite a los partidos y movimientos de derecha presentarse como los verdaderos defensores de un valor que pocas personas rechazarían abiertamente.

La derecha ha adaptado el concepto de libertad a nuevos contextos, como la libertad de expresión en un mundo digital, la libertad de elección en temas de educación y salud, y la libertad frente a lo que consideran excesos de la corrección política. Estas adaptaciones buscan mantener la relevancia del término y alinearlo con las preocupaciones contemporáneas de sus bases electorales.

Entonces ¿qué hacer?

En un contexto donde la derecha ha logrado apropiarse de la poderosa palabra “libertad” para sus proclamas, la izquierda se enfrenta al desafío de redefinir su propio discurso y estrategias para contrarrestar esta narrativa. La izquierda debe trabajar en reapropiarse del concepto de libertad, destacando que la verdadera libertad incluye no solo la libertad económica e individual, sino también la libertad de acceso a servicios esenciales como la salud, la educación y la vivienda. Esto implica promover una visión de libertad que se alinee con la justicia social y la equidad.

Es crucial que la izquierda desarrolle una comunicación clara y efectiva que conecte con las preocupaciones y aspiraciones de la gente común. Utilizar un lenguaje accesible y emocionalmente resonante puede ayudar a contrarrestar la narrativa de la derecha. Las redes sociales y las plataformas digitales deben ser aprovechadas al máximo para difundir este mensaje.

La izquierda debe centrarse en presentar políticas concretas que demuestren cómo sus propuestas pueden mejorar la vida de las personas. Esto incluye la implementación de programas que promuevan la igualdad de oportunidades, la protección del medio ambiente, y la lucha contra la pobreza y la discriminación. Mostrar resultados tangibles de estas políticas puede ayudar a ganar la confianza del electorado.

Formar coaliciones amplias con otros movimientos sociales, sindicatos, organizaciones no gubernamentales y comunidades afectadas es esencial. La movilización social y la participación activa en las luchas locales y globales pueden fortalecer la base de apoyo de la izquierda y demostrar un compromiso genuino con las causas populares.

Es vital que la izquierda aborde los temas contemporáneos de manera proactiva, como el cambio climático, la digitalización y los derechos humanos. Adaptarse a las nuevas realidades y desafíos del siglo XXI y ofrecer soluciones progresistas puede atraer a un electorado joven y consciente de estos problemas.

La izquierda debe trabajar en restaurar la confianza en las instituciones públicas, promoviendo la transparencia, la responsabilidad y la participación ciudadana en la toma de decisiones. Esto puede contrarrestar la narrativa de la derecha que suele criticar la ineficiencia del estado.

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