Orden creado tras la guerra mundial en cuestión

Orden creado tras la guerra mundial en cuestión
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Parece increíble que, en tiempo real, estamos asistiendo al fin del orden mundial creado en la post II Guerra Mundial en que los victoriosos  “ganadores” de la guerra fría, los países del norte occidental, están en un franco proceso de involución y de una implosión creada por ellos mismos. Así el segundo contendiente  de éste orden está llegando a su fin.

¿Por qué se afirma esto?

Es observable la emergencia de nuevos actores en la escena mundial con una enorme capacidad que han rechazado el “orden unipolar” aunque sí han desarrollado una economía tipo capitalista que entra en colisión con el neoliberalismo. Estos, China, Rusia, India, han avanzado más; se hallan impulsando un orden internacional alternativo que pretende crear un mundo multipolar; es decir, donde cada nación establezca sus propios parámetros de convivencia.

Si bien este orden aún no es el dominante avanza sentando bases para su instauración. De hecho, un orden así colisiona directamente con el establecido que se caracteriza por su colonialidad, la subordinación de los países para el beneficio de otros.

Hemos vivido la implosión de la Unión Soviética que a pesar de la violencia desatada, ésta no llevó a la guerra civil, sino que finalmente se acordó su disolución con todos los problemas y conflictos que actualmente, muchos de ellos, siguen vigentes.

En la actualidad, el proceso de implosión de “occidente” tiene como telón de fondo la guerra en Ucrania por parte de la OTAN y Rusia y, dentro de este mismo proceso, el genocidio palestino por parte de Israel motorizado por este occidente. Ambos conflictos son observables en tiempo real con serias amenazas de su extensión y la utilización de armas nucleares.

Un aspecto relevante aquí es el pobre papel que juega la Organización de las Naciones Unidas (ONU), pues, ya desde hace años, los poderosos simplemente le sobre pasan. Quizá uno de los ejemplos relevantes es el de Israel que, simplemente, hace caso omiso a sus múltiples decisiones sobre el conflicto porque sus poderosos mentores lo consentirán.

Es, de hecho, horrible escuchar hablar a dirigentes de talla mundial justificando que el asesinato en masa del pueblo palestino por parte de Israel y decir desembozadamente, “no es genocidio”, mal interpretando las leyes internacionales o, afirmando que la guerra en Ucrania debe seguir hasta el “último ucraniano”, cuando este país ya ha sacrificado generaciones para defender interés de otros.

Lo único que queda es la esperanza que, el nuevo orden mundial, no nazca con el holocausto de la humanidad!

Ernesto Heisecke