Alianza para la creación de empleos
Hace falta crear empleos en el Paraguay, muchos más de los que el gobierno dice que crea y que éste demuestre lo que dice, porque es fácil afirmar, como lo hizo hace poco, que 157 mil empleos nuevos fueron creados. La realidad es que ni entre los diferentes ministerios coordinan lo que van a publicar. Según el diario UH de fecha 25 de junio de este año, las nuevas inversiones crearon 988 empleos, hasta mayo. Se entiende que este dato del Ministerio de Industria y Comercio abarca el año 2024.
No es la primera vez que esto sucede. Es un patrón de comportamiento nacional, continental y mundial. Las Inversiones extranjeras directas crean muy pocos puestos de trabajo y están lejos de los que se necesita crear. Así, el 16 de mayo de 2013, el mismo diario UH publicó que la IED (Inversión Extranjera Directa) creaba un promedio de 1,4 empleos en Paraguay, por cada millón de dólares. Es decir, si venían en esos años 100 millones de dólares de inversión del exterior, iban a ser creados solamente 140 empleos, número muy lejano de lo que nuestro país necesitaba y necesita para absorber toda la mano de obra en oferta.
La propia CEPAL (Comisión Económica para América Latina y el Caribe) certifica en sus trabajos que el número máximo de empleos creados por cada millón de dólares de IED es de 6,5, en las economías de países más industrializados. Como el Paraguay está muy poco industrializado y su gobierno centra su mirada en la promoción del sector agropecuario y financiero, el número de empleos creados es menor.
Entonces cabe la pregunta: ¿Qué es lo que promueve el presidente cuando asiste a las reuniones internacionales con empresarios? ¿El aumento del número de puestos de trabajo para sus conciudadanos? Es evidente que no. Aboga por la persistencia de un modelo que crea muy pocos empleos, pero hace posible que los banqueros, exportadores de carne y exportadores de soja sigan teniendo multimillonarias ganancias a expensas del medio ambiente, del bienestar social y del respeto a los derechos humanos de las personas que trabajan, sin siquiera pagar la cantidad de impuestos acorde a sus ganancias, lo cual va extendiendo y profundizando la brecha social, laboral y ambiental.
Recurramos a lo expresado por el reconocido economista Luis Rojas, durante una entrevista en el Programa “Nuevo Paraguay”, en Radio “Fe y Alegría” de la capital: “Paraguay quedó atrapado en una visión equivocada del desarrollo que viene desde la finalización de la posguerra del 70…Le fue impuesto desde afuera un modelo económico…la inversión extranjera como el motor que va a desarrollar la economía…que va a venir al país, que va a instalar fábricas” , pero que en realidad es “un modelo económico primario-exportador que no genera un desarrollo industrial y social, sino más bien se centra en la explotación de recursos naturales como la tierra, el agua, materias primas…” Todo esto produce un mercado laboral formal muy débil, con trabajadores sin seguridad social, sin contratos colectivos, sin estabilidad laboral, donde no se respetan los derechos de la gente que trabaja.
El citado supra economista sigue diciendo que “éste es un modelo fracasado, en el cual sigue insistiendo el gobierno actual”, lo cual nos lleva a preguntarnos por qué se insiste en perpetuar algo que trae perjuicios a la sociedad en su conjunto, incluyendo al medioambiente. La respuesta es sencilla: ése es el modelo que le conviene a las élites, porque enriquece más a los que ya son ricos sin que importe que todo eso ocurra a expensas del empobrecimiento de las grandes mayorías. No es casualidad que, aunque haya crisis, los sectores financieros, de exportación de soja y de carne tengan invariablemente multimillonarias ganancias en dólares cada año, sin pagar los impuestos que realmente deberían abonar.
Quién puede cambiar esto?
Un giro radical es necesario en la política para provocar los cambios necesarios. La pérdida de brújula parece ser cada vez más acentuada. Son muy pocas las personas que se dedican a la política que tienen una visión del país que necesitamos. La casi totalidad de los políticos tienen una visión de provecho personal, corporativa o regional, no un proyecto nacional, como es el caso de un senador que se pasó al partido del gobierno porque cree que, por ese medio, será posible llevar agua al Chaco.
Otros gobernantes siguen robusteciendo al sector financiero, porque vienen de allí y trabajan para garantizar su propio futuro. Para ello se ha inventado la “puerta giratoria”. Por ejemplo, hoy gerente de Banco, mañana ministro, después funcionario del FMI, posteriormente presidente, terminando su “carrera” como gerente de una empresa de jubilaciones privadas. Si el personaje viene del sector agroexportador, es igual. De cualquier ámbito de negocios del cual viniere, esta gente tenderá a beneficiar a su sector y no a la ciudadanía.
Si la dirigencia política nacional no tiene una visión de país que proponer, el liderazgo de las regiones y de los municipios, mucho menos. Cada cual solamente visualiza su área y no una propuesta de país.
Lo mismo ocurre, en general, con la dirigencia de organizaciones sociales. Un ejemplo reciente es el de las Cajas de Jubilaciones. El sector bancario está preocupado por su Caja de Jubilaciones y Pensiones, los trabajadores afiliados al IPS están pensando en la suya y así también los gremios del sector público y empleados municipales. Nadie pensó ni piensa en el 80 por ciento de la población que no tiene ni tendrá jubilaciones.
Otro agravante es que la mayoría cree que la política es terreno exclusivo de los políticos, lo cual deja a éstos el campo libre para decidir y hacer lo que mejor les convenga a los más poderosos, sin resistencias de los sectores populares. Si bien hemos visto una mayor participación y hasta unos pocos signos esperanzadores de democracia participativa, es innegable el retroceso de la última década. ¿Entonces, por qué no empezamos a ensayar propuestas, con una visión nacional, que puedan llegar a influir en lo regional e internacional?
Políticas de empleo para combatir la pobreza
La vía de salida para que el Paraguay despegue económica y socialmente puede darse desde la iniciativa de los sectores menos favorecidos de la sociedad, organizados (lo cual no significa solamente juntar a la gente, sino construir una capacidad de propuesta y de respuesta). Tomemos, por ejemplo, la informalidad laboral como un desafío nacional para trabajadores urbanos y rurales. Pensemos que también existen habitantes de nuestro país interesados en fortalecer las pequeñas y medianas empresas. También tendrán interés en lograr una mayor influencia política que sea un contrapeso a la que ejercen las empresas multinacionales. Quienes viven de su trabajo en la ciudad y el campo querrán aumentar las oportunidades de empleo. Los micro,pequeños y medianos empresarios querrán que sus empresas sean viables. Puede crearse una alianza en base a ese interés común.
Los objetivos de esa alianza podrían ser:
- Incrementar el número de empleos formales en áreas urbanas y rurales, siguiendo los datos de la CEPAL. Esto tendrá como consecuencia directa la disminución de la migración de nuestra gente, por las oportunidades que se creen a nivel local, regional o nacional.
- Fortalecer las MIPYMES como motores del empleo y desarrollo económico, reforzando directa e indirectamente los recursos para la seguridad social que sea solidaria y de reparto. Recordemos aquí que una de las causas de la pobreza en Paraguay es la ausencia de protección social. A mayor cantidad de empleo, más gente cotizará a la seguridad social, fortaleciendo sus arcas.
- Reducir la informalidad laboral a través de políticas inclusivas y sostenibles.
- Demandar y obtener de los sucesivos gobiernos políticas y medidas para esos efectos, como, por ejemplo, una reforma que permita acceder a recursos financieros y fiscales que posibiliten tales objetivos. Es imposible financiar un cambio de esta magnitud con la presión tributaria de sólo 10 por ciento que tiene Paraguay. No estamos hablando aquí de aumentar el IVA sino de hacer que el que tiene más y gana más pague más, de combatir la evasión y abolir las exenciones a sectores empresariales que más lucran.
- Mejora de la infraestructura rural (caminos, electricidad, comunicaciones)
- Programas de capacitación laboral, adopción de tecnologías agrícolas y manufactureras y agencias de desarrollo local.
Este es sólo un resumen muy apretado sobre una alternativa urgente y necesaria al modelo que nos han impuesto. De yapa, ahora están introduciendo la criptominería que quiere utilizar nuestra energía limpia y barata.
Por último, las MIPYMES serán sostenibles si se basan en el respeto a los derechos de obreros y campesinos. En otras palabras, nunca tendrán éxito si son subsidiadas con el sacrificio de los derechos laborales y sociales, porque de esa manera perpetuarán la desigualdad y la miseria de la población. Me explico: no es pagando salarios menores al mínimo ni dejando de pagar el aporte a la seguridad social que van a progresar. Las políticas enunciadas más arriba, incluyendo los créditos más baratos y de largo plazo, así como el apoyo en la colocación de sus productos podrán ser mucho más rentables en el campo económico, social y ambiental.
Una cosa es segura: si seguimos como estamos hoy, con las mismas políticas y prácticas, dentro de unos años no estaremos mejor, sino mucho peor.